Las bóvedas de cañón con lunetos de la nave central y los brazos del crucero, al igual que la cúpula que cubre el mismo, se hallan decoradas con interesantes pinturas murales que animan el diáfano espacio.
Al exterior destaca la monumental fachada occidental, que presenta un juego de retranqueos que le confiere un dinamismo contenido. Presenta en el centro una portada clásica flanqueada por pilastras jónicas y rematada por un frontón triangular, a cuyos lados se proyectó la construcción de torres, de las que sólo se acabó la de la derecha.
Igualmente clásicos son los motivos que decoran el resto de la fábrica, que combina sillar con sillarejo y ladrillo, y se encuentra actualmente en perfecto estado de conservación.
En el entorno se incluyen de forma general las fachadas de los inmuebles que dan a las plazas Conde de Aranda, Capitán Esponera y la propia de la Iglesia, incluyendo la de los inmuebles que dan a la Calle vieja en el lateral y la totalidad de las parcelas que se encuentran adosadas en la parte trasera de la misma.
Las obras de la fábrica actual de la iglesia se inician en el año de 1722 bajo la influencia de Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza. También se sabe que lo más importante de la fábrica y decoración del nuevo templo se hallaría acabado el en 1798, fecha de su bendición solemne.
En la iglesia, de carácter monumental, destaca el sello personal del arquitecto Agustín Sanz, seguidor de Ventura Rodríguez, que realizaría básicamente entre 1771 y 1782 el crucero va cubierto con cúpula sobre tambor cilíndrico y pechinas y dotada de linterna. Las tres naves son muy espaciosas y de la misma altura. En los muros de las naves laterales se abren arcos de medio punto para alojar los altares.
La monumental fachada de los pies es una de las mejor resueltas en la arquitectura aragonesa del momento, a base de un frontispicio tetrástilo de pilastras sobre alto basamento y cerrado en frontón, con ático sobrepuesto y dos torres laterales, de las que sólo se acabó la derecha, y en cuya terminación, intervino Matías Sanz el hijo de Agustín.
De la decoración interior debe destacarse el gran conjunto mural de las bóvedas, de los más importantes del siglo XVIII aragonés, si exceptuamos el Pilar de Zaragoza y la cartuja de Las Fuentes en Lanaja. Las pinturas más importantes van firmadas por Mariano Ponzano, pintor de cámara, tío del escultor Ponciano Ponzano. El resto de las pinturas murales se atribuye a fray Manuel Bayeu.
RUBEN ARTIGAS
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